Estoy un poco (bastante, muy) cansada del autoritarismo encubierto en las personas que encuentro todos los días. No voy a hablar en esta ocasión de los que te imponen diversión (“Ahora, todos cantemos en el karaoke!!!”), o gustos musicales (“¿Cómo no te gustan los Wachiturros?”), o conductas sociales (“El que no baila cumbia en la fiesta es un amargo!!!), o preferencias gastronómicas (“Pero si a todo el mundo le gusta el puchero (o el asado o el dulce de leche)!”). Esta vez, me super-hiper-hartó el autoritarismo del fachista anti-web. Tal como lo escribo. Y cuando digo “fachista anti-web” hago referencia a aquellas personas que, desconociendo la utilidad y posibilidades de distintas herramientas tecnológicas, ubican en una categoría única a quienes sí hacemos uso de las mismas (y pido disculpas, desde ya, por la expresión): la categoría “boludos”.
“Los que están todo el día con Feisbú y Tuiter son unos boluuuuudos…” es una de sus frases de cabecera. Me encanta estar en el mismo grupo de boludos que están Vinton Cerf, Steve Jobs, Bill Gates, Larry Page, Sergei Brin y Mark Zuckerberg.
Estos autoritarios también suponen que quienes usamos redes sociales estamos todo el día rascándonos la panza. “Yo no tengo tiempo para tuitiar”, “Vos estás con el Feisbú porque se vé que te sobra el tiempo”. Nuevamente, agrupan en una categoría (“los que les sobra el tiempo”) a quienes tienen habilidades para aprovechar las horas, sin ver que en realidad lo único que hacen es patentizar su propia incapacidad y uso ineficiente del tiempo.
Como todo autoritario, tienen fuertes cuestiones con el tema “seguridad”: “El Feisbú es un peligro… Se enteran de todo lo que hacés y después te asaltan”. También comulgan con teorías conspirativas, donde las redes sociales y el mundo virtual forman parte de una gran trama macabra del capitalismo internacional. Lo que no terminan de explicar es por qué los mismos gobiernos capitalistas querrían controlar Internet, es decir, poner cerrojos a la misma criatura que supuestamente crearon para sojuzgar al resto del mundo.
¿Y saben qué es lo peor de todo? Que como no entran en Facebook y no tienen Twitter, nunca se van a enterar del artículo que acabo de dedicarles…
@martagaba
@martagaba